Lavacoches de Fisque con su fiel acompañante, el balde. Fotografía: Anahí Ríos Lumini |
- Señora, ¿le lavo el auto?
- No.
- ¿Se lo cuido?
- No.
- ¿Se lo miro?
No hay respuesta. La lluvia de preguntas abruma, atropella. Y la sequía de recursos empuja a los lavacoches a ser insistentes. No vale resignarse. El que no llora no mama, y el que no insiste no come.